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BLOG: CELSIUS 2025

21/7/2025

¡Buenos días!

acuarela en la playa

Esta es una entrada menos temática que las anteriores, más similar a un diario propiamente dicho. No vengo con ninguna tesis, sólo quiero contar un poco mi semana en Avilés durante el Celsius ^^

Nunca había ido al Celsius, aunque vivir rodeade de escritoras y gente del mundo escritoril hace que me entere más o menos de lo que se cuece por allí cada verano, al menos de los dramas más gordos. Este año al fin me animé a acompañarlas, aunque he de admitir que los libros y las charlas eran una motivación muy secundaria, yo sólo quería ver a mis amigas. Así que antes de nada, quiero mandarles un abrazo muy muy grande a todas (gender neutral), me ha hecho muchísima ilusión pasar la semana con ellas. Es muy bonito tener una familia a la que quieres repartida por toda la geografía de Españita, y pensar en ellas me llena el corazón de calorcito :3

Pero bueno, Celsius. Está en Avilés, que es una ciudad bastante bonita en la que no había estado nunca. Al principio de la semana pudimos ir un par de veces a la playa, antes de que las charlas y las casetas nos absorbiesen. El mar es algo que, como castellane, conozco por leyendas y metáforas cerealísticas más que por sus vinosas aguas, así que ha sido chachi escuchar las olas y poder pintarlas tumbade en la arena. Los colores de ese día fueron de Sorolla.

Una vez dejamos la playa y nos metimos en harina, el festival me pareció a la vez más grande y más pequeño de lo que imaginaba. Más grande porque no esperaba charlas en cuatro espacios diferentes y todas llenas hasta la bandera, aunque mis amigas con más tablas dicen que es culpa de Brandon Sanderson. Más pequeño porque en mi cabeza el Celsius llenaba de casetas con libros todo el centro de Avilés, no sólo una placita. En este sentido, cuando llegamos no pude evitar pensar cómo iba a darnos de sí una semana entera, si se veía en media hora. Lo cierto es que al final los ratos libres han sido escasos y agradecidos, y nunca he sentido la necesidad de alejarme a hacer otra cosa por aburrimiento.

Las charlas a las que pudimos entrar fueron en general bastante interesantes, especialmente las del ciclo de mitología. Desde aquí os mando un agradecimiento, Clara Díes y Javier Prado, por montar cosas tan chulas. Cuando no estábamos en una charla estábamos en una cola o, por suerte más a menudo, fisgando libros en las casetas. En estos dos espacios he podido apreciar algo que siento siempre que acompaño a mis amigas literarias, que es lo vivo que está el mundo de las historias nacientes. Sé, porque me llegan los salseos, que no todo es néctar y ambrosía, y que detrás de las sonrisas hay infinidad de malos rollos y puñaladas traperas, y de gente intentando sobrevivir en un entorno de competitividad rampante. Lo del capitalismo no es cosa nueva. Pero para alguien como yo, completamente ajene a este mundillo y para quien los libros llegan directos de le autore a la estantería, resulta fascinante ver toda la red que hay detrás, de amistades, de contactos, de historias compartidas. Y en este tipo de eventos decido hacerme le tonte y quedarme sólo con esta ficción edulcorada, porque no me hace falta ser realista, y porque es la imagen que me inspira. Me da ganas de intentar escribir alguna de las mil ideas que me rondan por la cabeza, me recuerda, de forma similar a lo que siento cuando me voy de excavación, que se pueden crear cosas de la nada, sólo con ponerse a ello, me recuerda que hay muchas oportunidades para conocer gente que está cambiando el mundo a su alrededor. Son los mensajes idílicos y no muy realistas, pero son los que me hacen falta ahora, así que me quedo con ellos.

Otra imagen idílica y poco realista la he tenido en una breve visita que he hecho a dos amigas que viven cerca de Avilés. Intentaré no dar muchos detalles por privacidad, pero quiero contar lo que me ha impactado. Viven en una casa en la montaña, con un par de vecinas, un hórreo y un perro, y el mar a tiro de piedra. Según me iban enseñando el vecindario y las reformas que han hecho con sus manos en su casa, se me iban saltando las lágrimas. Conocen a cada vecino y los frutales de sus jardines, son amigas de las del bar, las de la tienda, las del vivero. Han construido un hogar con sus manos, una rutina y un rincón feliz. Obviamente esta es de nuevo la visión edulcorada de un visitante, pero hoy me quedo con ella porque es la que necesito. La visión de alguien, bastante mayor que yo, que logra crear su espacio, su comunidad, que sigue aprendiendo y evolucionando cada día. Me da esperanza, me dice que hay tiempo, me hace querer ponerme a trabajar en mi propia vida, aunque lleve años. Ha sido un placer visitaros, chicas, espero que nos veamos pronto :3

En resumen, me llevo una sensación muy buena de esta semana, y con varios recordatorios importantes. Que quiero muchísimo a mis amigas, y que ellas me quieren a mí. Que puedo crear, sólo tengo que empezar a hacerlo. Que mi vida va a ser mi vida hasta que me muera, no hasta que llegue a los 30, y que cada día voy a poder tomar alguna decisión para pintarla más a mi gusto. Estoy feliz, no tengo ni idea de lo que me va a deparar el futuro y eso me da mucho miedo, pero aún así estoy feliz y quiero hacer cosas y quiero vivir y quiero ser.

Si has leído hasta aquí, espero que tengas un día precioso :3